Personas que se cruzan en tu camino de manera casual y que al final forman parte de tu vida, ya sea en forma de recuerdo, de experiencia o incluso de momento.
Una vez escribí una historia, una de esas historias que no son verdad pero tampoco mentira. Como cualquier escritor que se precie, te dirá que las experiencias marcan tu existencia en todos los aspectos y el escribir es uno más.
En aquella historia que hablaba de una chica, de su vida, de su pasado, de su presente y de su futuro, de sus amores y desamores, de sus vivencias, de sus pérdidas y de sus hallazgos, de su felicidad, de su tristeza...
Una historia de apenas cuarenta hojas, escrita de las manos de una quinceañera que se sentía pletórica en su vida o al menos creía ser feliz.
Esas líneas llegaron a tus manos como un regalo, más por conocer tu crítica, la crítica de un mundo totalmente diferente al suyo. Sería la edad, o al menos eso pensaba ella, está claro que la vida no se ve igual 20 centímetros arriba o abajo.
Y fue curiosa. Creíste que la escritora era la protagonista y por ello te desconcertó que el futuro estuviera escrito y no sólo que estuviera escrito, si no que estuviera tan claro. Fue difícil intentar explicarte que era una historia sin más, por aquellos entonces ella no entendía por qué, pero con el tiempo llegó a la conclusión de que tú también te sentías protagonista de la misma, que de alguna manera podías reflejarte en alguno de los personajes, como por ejemplo aquel chico que prometía tanto pero que al final salió rana.
Pero entonces eso no lo sabía.
No sé si fue tu crítica o aquella conversación en el coche después de comer. Pero entonces, supe que eras especial. Desgraciadamente también sabía que los amores imposibles eran para jovenzuelos ignorantes que pretender vivir una vida plena sin darse cuenta de que la grandeza está en esas pequeñas cosas de cada día.
Y nosotros ya no éramos unos jovenzuelos, al menos ignorantes. Asique sin más olvidé esa sensación, lo cual te reconozco, no fue difícil. Sobre todo cuando apenas nos veíamos tres veces al año.
Pero algo cambió, supongo que aquel día se juntaron las estrellas y el whisky de tu copa tuvo mucho que ver...
Y me besaste, cómo si pensaras que mis besos fueran tuyos, cómo si creyeras que mis sonrisas eran por ti, cómo si intuyeras que si no me besabas tú, yo nunca lo haría.
Y no acertaste, aunque tampoco te equivocaste.
¿Por qué lo hiciste? Sabias cual era el desenlace de todo aquello, sabias que al final nuestros caminos no se juntarían, quizá ahora 20 centímetros no eran muchos, pero quizá 10 años sí.
No supe reaccionar, lo reconozco, era difícil hacerlo cuando la persona a la que quería estaba apenas a 15 metros, cuando la persona a la que tú querías esperaba en casa tu llegada. No supe reaccionar y aun así creo que mi reacción fue la mejor que podía a ver tenido.
No olvidaré tus llamadas pidiéndome que bajara a verte. No olvidaré tus llamadas esperándome en la puerta de mi casa. Nunca podré olvidar tus apariciones fugaces en mi vida buscando un cariño y un consuelo que nunca llegó.
Siento mucho haber sido una cobarde, siento mucho no haberme enfrentado a la vida como quería haberlo hecho. Siento de verdad que aquel beso fuera sólo uno y no el primero.
Pero lo que más siento, fue saber que todas las noches que pasé sin dormir atormentándome por haber sido una cobarde absoluta , por pensar que yo era la culpable de todo, por sentirme presa de mi propia verdad, o acaso de mi mentira, no fuera comparable con todo lo que vino después.
Y sí, fue un largo año de incertidumbre y desasosiego pensado en que todo estaba mal, que no podía sentir algo hacia ti. Seguí mi vida y cuando ya parecía que todo se había superado, me besas, me dices que me quieres, que es una locura, pero que quieres ser un loco feliz.
Yo tiemblo, de nuevo recuerdo tus llamadas, no sabes cuánto deseé bajar, tanto era el deseo, que fui yo la que te esperé después. Te cité en el sitio donde nos conocimos, había tomado una decisión, te quería y quería demostrártelo por todas las veces que no lo había hecho.
Pero no había nadie. Te llamé una y mil veces, pero nadie cogía el teléfono. Te esperé y te volví a esperar y cuando asimilé que no ibas a venir decidí marcharme. ¡Estabas ahí! Unos coches más abajo, escondido.
Sí, te vi. Vi como te marchabas y vi como me decías que lo sentías que tenías que pensar, que ya hablaríamos. Te marchaste incluso de la ciudad. Sí, yo fui la culpable de que tuvieras un agujero en tu relación y tú fuiste el culpable de hacer un boquete en mi vida.
Y te juro que lo intenté. Te llamaba sin parar y nunca me cogías el teléfono. No sé por qué no lo hacías, si no me querías o no me querías querer, no pasaba nada, pero no entiendo porque me tenías en esa incertidumbre.
Un año intentando decidir, ¿un año, sabes? Trescientos sesenta y cinco días pensando que mi vida era una mentira. Sintiéndome mal, por mentirme a mí y a toda la gente de mi alrededor y cuando al fin me soy fiel a mis sentimiento, te achantas. Te das cuenta de que no sólo son 10 años, si no también 20 centímetros, te das cuenta de que quieres a tu chica, que yo, sólo soy una jovenzuela ignorante que conoces hace siete años, que lo que sentías por mí era mentira y que ha sido todo un error.
Pues sabes, han pasado muchos años ya de antaño y ya no soy una jovencita aunque quizá si soy algo ignorante, serán las cosas de la vida, pero desde aquel día en que me dijiste que te olvidará y de aquello hace ya curiosamente, ¿cinco años? nos hemos visto un par de veces.
Supongo que te da miedo reconocer que pese a la vida que llevas, siempre me has querido. Que fui para ti, ese sueño inalcanzable que cuando pudiste alcanzar te dio miedo. Que te escudaste en los tópicos, que no te fuiste sincero, que dejaste escapar aquello por lo que cada día las personas de a pie soñamos: la ilusión.
Quizá nos equivocamos de época, quizá nuestros caminos se cruzaron en un mal momento.
No debí de quererte pero lo hice. No debiste dejarme que te quisiera pero lo hiciste.
Quizá si me hubieras escuchado...
1 comentario:
A veces en nuestra vida nos encontramos con personas a las que después de haberlas querido o amado, pensamos que fue un error, pero pienso que no es así. Elegimos amar, pero no cuando dejar de hacerlo, por lo tanto nosotros mismos somos los que guiamos nuestra elección, que en su momento es lo que nos apetece, lo que anhelamos. Nunca sabemos si será lo que buscábamos, pero mientras haga que seamos valientes y apostemos por ello, no seremos ningunos cobardes, porque formara parte de nuestras vidas.
¿Equivocarse?, ¿acertar?, uno ama o no ama, quiere o no quiere, pero pienso que no acierta ni se equivoca al hacer una cosa u otra. Uno tiene que dar sus pasos firmemente cuando quiera algo, sino no los dará. Quizá en esta historia ninguno de los dos quiso amar al otro y todo se quedó en nada. No mireis atras, fue otra epoca, otro momento, la vida ha seguido adelante y situaciones nuevas y diferentes han ido apareciendo, habreis elegido amar o no amar, pero ya habeis elegido. Ahora habrá otras personas en vuestros corazones, o estarán por llegar, quien sabe, pero no serán errores ni fracasos, porque los amareis, y amar no es ningún error si uno lo elige.
Pocas veces en mi vida he tenido que pensar si debía o no ser valiente en el amor, pero creo que cuando la situación ha llegado, he decidido la mejor opción, ni la correcta ni la incorrecta, la que en ese momento quería, y por eso se que no me he equivocado, aunque el amor se acabara, porque estoy amando que es mi elección.
Un beso anónimo.
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