Soñar que no te fuiste, que al
despertar estarás allí, en tu lugar, en tu espacio.
El tiempo pasa muy deprisa. Todo
aquello que perdimos evoca a nuestra memoria. En algunos casos son solo siete
meses, en otros, camino de siete años.
Te das cuenta de que la vida da
pasos de gigante y te sientes estancado en el mismo lugar. Apenas cambia el
decorado, incluso te has acostumbrado a los huecos vacios que antes estaban llenos de esa esencia inexplicable que cada
uno tiene.
Te acostumbras a seguir tu camino
con lo que tienes, añorando lo que no tuviste y rememorando lo que has perdido.
Entonces sientes una punzada dentro de ti y te indignas con el tiempo, ese
tiempo que no sólo se ha llevado tus sentimientos, sino tus sensaciones, lo más
hondo de ti: tu estado de ánimo al pensar en los que se han ido, tu desasosiego
al preguntarte si no pudiste hacer más, tú dolor y sentido de la justicia por
perder a quien no quieres, ni debes.
Aunque intentes luchar con todo,
el mundo sigue, los días pasan y acabas aceptando que no eres dueño de tu vida
ni de la gente que hay alrededor, que por mucho que cierres los ojos y desees
con todo tu alma que nada sea diferente, que cambiarías todo lo que tienes por
apenas un segundo más, no puedes.
Al final sólo te quedan tus fotos
y esos pequeños segundos de paz cuando las miras y piensas lo feliz que has
sido, ¡que hemos sido! Nuestras sonrisas, nuestras miradas, nuestros juegos,
nuestros te quiero sin palabras… nuestra vida, aquella que os lleváis en el
momento de marcharos.
Aquella que ya nunca será igual, aunque
tampoco distinta: vuestros huecos serán ocupados, pero vuestros siempre serán,
nuestro día a día será nuestro, aunque vuestra seguirá siendo nuestra vida,
serán nuestros momentos los que vivamos, pero serán los vuestros los que vengan
a nuestra memoria, será nuestros sentimientos y nuestras sensaciones aunque
vuestros sea nuestro dolor y nuestra añoranza.
Siempre dicen que decir adiós no
es fácil, yo añado que tampoco hay que decirlo si uno no quiere. Y aunque no
creo en una segunda vida ni en que nos encontraremos con los seres que vamos
perdiendo en el camino, me gusta pensar que de alguna manera siguen aquí, a mi
lado, luchando junto a mí por cumplir mis sueños, por hacer posibles mis metas,
porque mis ilusiones un día sean recuerdos, recuerdos a los que unir sus
nombres, sus caras.
Decir adiós implica romper con
todo, desvincularse de algo, por eso nos cuesta tanto…
Y por eso mismo nunca podemos
decirlo, porque nunca rompemos con lo que nos falta, en cada momento que los
recordamos, que los mencionamos, que los sentimos, estamos de nuevo unidos a
ellos, al menos a su recuerdo en nosotros.
En cada momento que
inevitablemente asocias a ese ser que no está: el verle tumbado en ese sofá
verde, el coger su caña de pescar e ir al rio, el entrar en casa y verla allí.
Es increíble, como la mente por
un instante nos lleva a creer que de verdad están allí donde los esperamos,
donde los añoramos, allí donde nuestro corazón
los ubica y los hace fuertes como mecanismo de defensa ante la corrosión del
tiempo. Allí donde nadie jamás podrá venir a reclamarnos su presencia, donde hacemos
nuestra su vida, aunque ya no estén, donde les damos el poder de hacerse libres incluso apostando nuestra
propia libertad, hacerlos vivos de nuevo…
Sin embargo son los recuerdos los
que nos atan a la vida, los que nos hacen sentir tan afortunados por aquello
que tuvimos, nos hacen sentirnos plenos por haber querido como nadie lo hará,
por haber reído y llorado a su lado, por haber vivido como ya nunca podremos
vivir. Nos hace afortunados.
Son los recuerdos los que nos
hacen fuertes, los que nos enseñan a levantarnos cuando nos caemos, aunque sean
ellos mismos los que nos ponen la zancadilla, aquellos que a veces olvidamos
cuando sin darnos cuenta nos sentimos libres, pero que igual que un boomerang siempre
vuelven y con ellos la realidad.
Es triste y doloroso perder en la
vida. Las personas nos estamos preparadas ni para perder al parchís, contra más
luchar en batallas que no tenemos ninguna opción de ganar.
Y sí, es verdad, siempre se van
los mejores, aquellos que siempre
esperabas tener a tu lado, aunque supieras que llegaba su hora, aunque supieras
que es mejor así, es más fácil ser egoísta que afrontar la derrota.
Y ahora sólo nos queda soñar y
seguir llenando de recuerdos nuestra vida, para que cuando llegue el momento de
decir adiós, otros puedan llenar sus corazones con nuestro recuerdo, con
nuestras vivencias que también harán suyas, con su vida que será la nuestra y
con ese tiempo, espectador de todo e inmortal, que tanto sabe y nada cuenta.
(Cómo muchos dirían, es el ciclo de la
vida).
Soñaremos que no os fuisteis o
que al menos estáis de vuelta.
2 comentarios:
Poco mas se puede añadir a lo que tu dices.
La vida es cruda, dura, jodida cabrona y demas mierdas por un lado. Pero es genial, alegre, divertida increible, toooo lo bueno por el otro lado.
Si te come la mierda dale la vuelta y si tienes el otro lado disfrutalo.
Lo mismo te cae de canto, eso es mas complicado :)
Suerte guapa en la vida !!
Gente que se nos marcha, otra gente que llega, la vida está llena de movimiento como en el andén de una estación. Unos pensamos que se puede volver a coincidir con la misma gente en distinto andén, otros piensan que la gente que coge uno de los trenes no vuelve a cruzarse...Realmente lo importante es poder transitar ese andén, ya se piense una cosa u otra, y aprovechar los momentos que te de cada persona con la que te cruces, porque lo que sí es cierto es que quizás no te digan las mismas cosas 2 veces o no vivas la misma experiencia otra vez.
Hay que dar gracias por poder disfrutar de las personas que consideramos importantes en nuestra vida, porque nunca se sabe cuando dejarán de estar a nuestro lado.
Un beso anónimo.
Publicar un comentario