Historia sin fin

Lo mío, fue amor a primera vista.

Lo tuyo, creo que no hubo nada tuyo.

Aunque bueno, es normal, estabas con otra chica, no podía pretender que te fijarás en mí y mucho menos con la gran persona que tenías al lado. Es la ley de la vida, a veces juega a nuestro favor y otras, en nuestra contra...

Guarde mis sentimientos en lo más profundo de mi corazón, tanto que con el tiempo y con ayuda de la distancia pensé que sólo eran recuerdos de un día amargo de esos en los que uno se siente solo.
Pero nada más allá de la verdad, con la vuelta a mis orígenes y el cruce de tu mirada, ese hierro que forjaba el baúl de mis recuerdos se derritió floreciendo aquellos dolores en lo más profundo de mi ser.

Estaba enamorada, de eso, no había duda. Sin embargo me había convertido en presa de un fantasma lejano y a veces, creí que inexistente...

A pesar de todo, conseguí ser fiel a mis principios y olvidar aquello que no me incumbía, dejar de soñar en algo irreal y al fin y al cabo seguir mi vida.

Total, sólo era una chiquilla descubriendo su primer amor y como todos, tenía que ser amargo, si no, que recuerdos le iban a quedar en el futuro...

El tiempo pasó, los años fueron transcurriendo y los sentimientos como una buena antigüedad seguían guardados a buen recaudo, esperando su momento, si es que algún día llegaba y si no era ese su destino, permanecer allí donde nadie pudiera verlos ni tocarlos, donde nadie pudiera dañarlos…

Creo que veces, el problema no es asimilar las cosas, es aceptarlas y dado ese paso, se acabó el problema.

Y este; este fue su caso.

Sin embargo, ¿qué cuento no tiene un argumento? , que cuento es aquel que acaba sin tan siquiera haber empezado…

Esto, sólo era el epílogo de un libro donde se podía hablar de amor, desamor, alegrías y penas y sobretodo ilusión…sobretodo sueños.

Como en la mejor película, después de cinco largos años, llegó aquel día. Y sin saber cómo ni por qué, él mostró su interés por ella.

¿Os imagináis? Después de cinco largos años de desamor y de silencio, ahí estaba, oyendo al hombre que quería, diciéndome que ese sueño se podía hacer realidad.

Como si todos los astros se hubieran alineado para mi felicidad y a punto de darme un patatús, mi conciencia apareció para recordarme que uno de los motivos por el que había enterrado mis más hermosos sentimientos era ella. Mi amiga, mi gran amiga.

Con todo el dolor de mi alma dije adiós a mi sueño. Cierto era que hacía un tiempo relativamente largo que ya no estaban juntos, pero… y si todavía sentía algo por él, ¿qué hacer? Al fin y al cabo ella nunca había dicho a nadie que aquel chico fuera tanto para ella.

Pese a todo, no sólo los astros, si no todos los mares y el universo entero debían estar en deuda con ella, porque su amiga fue precisamente quien consiguió que su amor empezara aquel día, llamémosle, por ejemplo, el día sin fin.

Sabes, aquel día fue uno de los mejores de mi vida. Por primera vez, creí que existía algo más fuerte que nada en el mundo que te daba fuerzas para levantarte y que hacía que reírse y estar feliz fueran un estado de ánimo no sólo real si no duradero.

Estaba enamorada y sí, el mundo era de color de rosa. Me sentía la única persona de la tierra que podía entender lo que me pasaba. Y todavía a día de hoy, no puedo explicar aquellos sentimientos, aquellos segundos.

Aquel primer beso…

Aquel principio de una historia sin fin.