Por ser quien remienda mis sueños rotos, aquellos en los que los amores perdidos nunca llegan a reencontrarse ni los besos olvidados se vuelven a recordar.
Por no ser traidor entre traidores, por no mirarme a los ojos cuando sabías que aquellas mentiras que yo creía verdades no eran más que ilusiones que vagaban a mi lado en este camino que todavía hoy sigue hacia delante.
Por ser la primera sonrisa que ves cada mañana, porque a veces nada importa si el mundo se puede parar aunque apenas sea un segundo.
Por no dejarme perder la cordura en los momentos difíciles, aquellos brazos que te sujetan en los momentos de desesperación abrazan más fuerte que cualquiera que nunca podrás tener…
Por no romperte y no dejar que yo me rompiera, quizá las cosas desde fuera parecen más fáciles pero debatirse entre sentimientos adversos a la vez que tienes que elegir cual será tu futuro reporta soluciones rápidas y equivocadas.
Por no saber de que lado sopla el viento cuando estamos en la cima de la montaña, a veces no hace falta saber las cosas si las puedes sentir… los sentimientos perecen contigo, los pensamientos se desvanecen para dejar paso a nuevos ideales.
Por saber hasta donde podía llegar, como siempre he dicho vale más una retirada a tiempo que una derrota sin sentido. A veces aceptar las limitaciones es el mejor ataque.
Por no dejar que me arrepintiese de las cosas, por entenderme y apoyarme cuando lo he hecho, por mirarme y hacer que el mundo parezca otro…
Por eso y mucho más, porque a veces tener un millón de motivos no son suficientes para dar las gracias.
A ti mi fiel compañera de viaje, a ti…
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