Where everything begins

Es en tu sonrisa donde descubrió que existía un nuevo camino.

Tus manos eran las que le guiaban al andar, aquellas que le sujetaban con ahínco cuando las piedras del camino se le incrustaban en los talones. Aquellas que tan dulcemente le acariciaban sin más excusa que la de querer hacerlo.

Fueron tus pasos, grandes y firmes los que le hacían caminar a tu lado. No importaba que tuviera que andar el doble, si la recompensa era estar ahí, junto a ti, disfrutando cada momento.

Tus palabras eran el lucero que le servía de guía. Siempre a tiempo, el sonido de tu voz hacía diferente aquellos lugares que os ibais encontrando en vuestra senda, senda del tiempo que descontaba los minutos con la misma rapidez que llenaba el baúl de los recuerdos.

Pero el momento cumbre era cuando vuestras miradas se cruzaban, acto que precedía a la aparición de vuestras sonrisas. Es en ese instante, te das cuenta que como bien dice García Márquez: "[...] todo el mundo quiere vivir en la cima de la montaña, sin saber que la verdadera felicidad está en la forma de subir la escarpada. [...]"

Si el camino fue especial, más lo fueron los momentos, aquellos primeros instantes de incertidumbre que vislumbraban un futuro no lejano mucho mejor, la ilusión que os acompañó en casa momento se hizo partícipe de esa felicidad nombrada. A veces, un simple roce, una palabra o unos segundos en el césped, hacen que la pendiente de la montaña sea más dulce de lo que se podría imaginar.

Sus ganas de ilusionarte fueron las culpables de que por unos instantes vuestros caminos fueran el mismo; único y exclusivo...

Y por primera vez entendió que los caminos no terminan, simplemente se ramifican en senderos más pequeños, en elecciones de la vida.
Ahora sólo hace falta que toméis la misma rama y quizá entonces, aparezcan nuevas sonrisas, renovadas caricias, momentos diferentes pero sentimientos iguales, una nueva ilusión y quién sabe, a lo mejor un camino desconocido, de nuevo único y exclusivo, que se junte para no separase jamás...


Y nunca olvides sonreír a la hora de la despedida, ni siquiera si estás triste, quizá es el mejor momento para que alguien se enamore de tu sonrisa.