Porque la vida se levanta cada mañana...

"Esto es algo muy antiguo. Cuando uno no encuentra un nombre exacto para definir las cosas utiliza historias. Así es como funciona. Desde hace siglos. Y todas las historias tienen una música propia"



28/8/08

¿Cómo decir adiós a alguien que no quieres que se marche?


A veces en la vida llegan momentos en lo que lo mejor no es lo que uno quiere. Desgraciadamente llega el día en que tienes que decir adiós a cosas que te llenan como persona. Decir adiós a aquellos que son parte de ti pero que por motivos diversos tienes que dejar atrás.
Pasar página, acabar un capítulo de tu vida o incluso tener que cerrar el libro no es fácil para nadie, sobre todo cuando en ello se ve sentimientos contenidos.
Saber decir adiós es parte de la misma, hay que aprender a hacerlo, es parte del crecer. Desafortunadamente en este caso, es parte de la vida tener que elegir para poder seguir viviendo. No todas las cosas o las personas que llegan a ti lo hacen para quedarse… la mayoría se marchan con la misma rapidez con la que llegaron.
Es difícil, puesto que llenar un vacío nunca es fácil, siempre te queda el miedo de que no sea igual de bueno de lo que tenías, miedo a fallar, a no encontrar ese algo o esa persona que consiga llenar ese hueco plenamente de nuevo.
Sin embargo el tiempo se encarga de abrirte el camino del olvido, de igual manera que te abrió el del dolor cuando decidiste decir adiós.
Al final sólo serán heridas cicatrizadas, experiencias de las que un día te acordarás, enseñanzas dolorosas, recuerdos…
Nadie dijo que decir adiós fuera fácil y menos cuando no quieres que ese algo se marche pero sabes que es mejor que lo haga.
No existen reglas, ni frases para esos momentos, sólo fuerza, mucha fuerza y la palabra:

                                          Adios

22/8/08

Agosto

Odio los días de agosto en los que el calor te amuerma. Odio aún más que esos días los tenga que pasar en casa mientras el resto del mundo se encuentra al otro lado de la ventana.

Son cerca de las ocho y aunque todavía el sol se asoma en los tejados, llega su hora de volver a casa.

Tiene pinta de querer llover, pero no tendré esa suerte, esta año creo que ya la he gastado toda (y pensar que todavía me queda casi la mitad…), asique finalmente no lloverá y a cambio tendré un precioso día bochornoso que me acompañará durante la noche y que finalmente me hará rendirme en mi intento de estudiar e irme a dormir.

Pues sí, odio el mes de Agosto y no sólo por aquello de que es el mes de vacaciones en el cual aquellos que estudiamos tenemos que pasarlo en casa muertos de calor intentando sacar en claro cosas de asignaturas que no has pasado o de las cuales pasaste en su momento… Lo odio porque es el mes tonto, hace calor a días, el sol no es el mismo que en el mes de Julio, por las noches refresca bastante (menos los días que te decides a estudiar por supuesto), las ciudades se quedan vacías y sí, me molesta porque es el único momento donde no tengo ningún problema para aparcar, pero claro, no cojo el coche, porque tengo que estar en casa estudiando…

Odio los días como hoy en los que el calor me despierta a las ocho de la mañana y engañando a mi cabeza me hago la remolona para quedarme en la cama y justo alguno de los vecinos está haciendo obras y a las nueve como un reloj aparece el ruido. Mis vecinos deben estar forrados porque todos los veranos hay un capullo que me da las mañanitas de agosto.

Por si un casual, un día los majetes de los albañiles se retrasan o se toman el día libre, ya tengo a otro de mis vecinos que a las nueve y media te pone la radio para que lo escuche todo el bloque el patio y la calle si me apuras.

Tras levantarte con una cara de pocos amigos decides ponerte a estudiar, pero claro, estás cansado porque te acostaste tarde intentando estudiar, has dormido mal porque a ratos te asabas y a ratos temblabas de frío y para colmo tienes que levantarte pronto quieras o no.

Tras intentar estudiar toda la mañana con un éxito tal que me abruma (si llego a aprenderme un párrafo o hacer un ejercicio ciertamente me puede dar una palmadita en la espalda), veo las noticias, total, ya una hora más o una hora menos… hago la comida (los días que me toca) y como.

Cuando me quiero dar cuenta son las cuatro de la tarde.

Decido entonces echarme la siesta por aquello de que quiero estudiar por la tarde. Me dispongo a ello; hace calor. Bajo la persiana y abro la ventana; me acurruco en mi cama…. Y las seis de la tarde y yo sigo dando vueltas.

No sé si será la obsesión por dormir o el no estar acostumbrada a la siesta… total, el resultado es dos horas más perdidas.

De nuevo cojo mis apuntes y como en la mañana mil ruidos inundan mi cuarto…. Desesperada decido que para perder el tiempo mejor aprovecharlo aunque no sea en estudiar… Ceno, veo la tele o alguna película debido a la nefasta programación de la misma.

Las doce de la noche, ¡por fin! Llega la hora de estudiar.

Después de unas horas y ya entrando en las cuatro o el mejor día a las cinco decido irme a dormir, porque el sueño ya no perdona. ¡He conseguido estudiar! O al menos he podido intentarlo…

Me hecho a dormir y mientras me voy durmiendo voy pensando en el sol de las ocho, el albañil de las nueve, el vecino de la radio…

Y no, no me gustan las bibliotecas, me agobian… si no estoy con alguien no soy capaz de ir.

En fin, todavía me sorprende porque a la gente le gusta Agosto…

19/8/08

When I tell you that I love you

Apareciste ante mí como una sombra: sabía que existías, pero tu cara no inundaba mi memoria, apenas era una imagen borrosa en el fondo de mi cabeza.

Sin embargo, sólo hicieron falta unos días para que esa imagen tomara forma y se convirtiera en un recuerdo latente en mi día a día.

Quizá nuestros caminos se unieron por simple casualidad, o quizá sin quererlo fuimos nosotros los que los entrelazamos. De una manera o de otra, el resultado fue evidente. Tu forma de ser empezó a formar parte de mi vida con tanta fuerza que sólo deseaba que llegara el momento de encontrarnos de nuevo y así saber que estabas ahí.

No me importaba que nuestros momentos fueran compartidos por aquellas personas que forman parte de nuestra historia tanto como tú o como yo.

Para mí lo importante era saber que estabas ahí, que existías, que tus ojos y tu sonrisa no eran ilusiones creadas por mi cerebro, sino que eran tangibles.

Fuiste por ello lo mejor de mí. Conocerte inundó mi vida de una sustancia olvidada en ese cajón con llave que normalmente sólo abrimos para guardar aquello que preferimos olvidar.

Contigo sentí lo necesario que era una palabra a tiempo y recordé lo más importante, el significado de una palabra a destiempo.

Aprendí el valor que tiene una mirada y como los ojos se endulzan cuando miras con el alma.

Recibir el calor que se desprende en esos momentos es una sensación sólo comparable con ciertos instantes de la vida.

Notar como alguien te da casi tanto como te quita me hizo darme cuenta de que también fuiste lo peor de mí. Mi obsesión.

Descubrir el sabor amargo de las lágrimas después de tanto tiempo, es como soñar que lo tienes todo a la vuelta de la esquina y tener que aceptar que la puerta está cerrada y que no vas a poder salir.

Tus desplantes, aunque quiero pensar que involuntarios, abrían heridas nuevas en mi piel en las cuales mil agujas me atormentaban hundiéndose hasta el fondo, para que el dolor no sólo fuera intenso, sino amargo y profundo.

Acabe dividiendo mi persona entre lo racional y lo irracional e inicie una batalla que estaba perdida fuera cual fuera el resultado final.

Anteponía constantemente mis sentimientos a mis pensamientos y viceversa y así la balanza se inclinaba a uno y otro lado según soplaba el viento en un constante caos.

Tanto fue así, que la balanza acabó cayendo y con ella se marcharon todos los implicados de una guerra sin sentido, la cual había durado mucho y que por suerte o por desgracia seguiría sin final…

Sucumbí al destino y deje de creer en él. Decidí rendirme porque acabé aceptando que cada día que no me rendía, era un día en el que perdía un trozo de mí. Y ciertamente ya había entregado demasiado al aire.

Así fue, como una mañana me levanté y convertí todo aquello que me había curtido en lo mejor y en lo peor, en meras cenizas guardadas en ese cajón con llave donde tiramos todo aquello que nos hace daño.

Arranque tu imagen de mi mente y me tatué de nuevo aquella sombra.

Era el momento de volver a empezar…

¡Más que ingenuidad la mía! Si pensaba que sólo con querer era suficiente... el verte a diario hacía emanar en mí todo aquello que yo me empeñaba en guardar.

Me había equivocado (una vez más…). Había cometido un error, me había fusionado contigo sin saber tan siquiera que quien era yo para ti… Ya era demasiado tarde.

Tras aceptar que me había perdido en mi camino, el cual se convertía por momento en un sendero escabroso, lleno de piedras y cuyo final incierto desconocía, acepté mi posición de NO ganador y decidí inventar palabras vacías, tan llenas de significado que conseguían emular justo el comportamiento inverso.

“Luchar por una causa perdida era un suicido, pero era lo único que podía hacer.

Me convertí en valiente, resurgí de mi derrota y desde la grada observe como todo se marchaba... Cómo todo me abandonaba, incluido mi propio yo”.

Pero incluso en el momento de mayor miseria, dicen que el sol aparece. Y con él, llegaron las miradas, las sonrisas, las palabras…

Fue la victoria más derrotista de la historia, es cierto, pero también fui la perdedora más feliz que jamás nunca se conozca.

Sabía que era el final, que en esos mismos momentos comenzaba una nueva historia que acababa a penas al terminar de ponerse el sol, pero no importaba, porque yo volvía a ser mi mejor y mi peor yo, y tú, tú eras mi yo, mi sonrisa, mis miradas, mis caricias, mis palabras…

Dicen que nunca termina algo que no puede empezar, al igual que las palabras vacías nunca pueden estar llenas, pero son mis recuerdos y esos, esos sí que existen... Y sí que son míos…

13/8/08

Cuando te sientes triste

Son tus palabras las que me llenan,
pero tus silencios los que me vacían...

Son esos momentos en los que nada te ilumina.
No se puede vivir así...
Son esos momentos en los que ni llorar te sirve.
Es como cuando te sientes triste.

Miras a la luna, hoy está prácticamente llena,
unas nubes le hacen de velo,
ni si quiera su esplendor te anima,
es más, te hace sentirte más insignificante.

Hoy no hay estrellas,
hoy no puedes pedir deseos.

Que más da,
hoy te sientes triste.

Miras por la ventana, el cielo está negro
miras a tu alrededor, ¿qué ves?
Nada, todo, es lo de siempre...

Tienes ganas de llorar,
tu sonrisa se ha perdido en un lugar lejano,
ni tus ojos te responden.
Estás cansada, estás triste...

Tu corazón aúlla gritos ahogados,
lo peor de todo:
sólo los escuchas tú.

Tu cara te delata,
pero no hay nadie ahí,
sólo estás tú, sólo tu reflejo...
Sólo te sientes triste.



Maybe, only maybe,
if you would want...
I would be happy...

But today,
I'm feeling sad...