Porque la vida se levanta cada mañana...

"Esto es algo muy antiguo. Cuando uno no encuentra un nombre exacto para definir las cosas utiliza historias. Así es como funciona. Desde hace siglos. Y todas las historias tienen una música propia"



23/3/08

Cruce de vías

Somos como trenes que cada día recorren su trayecto, siempre intentando llegar a tiempo a nuestro destino a la vez que complaces a todos los que forman parte del mismo.

Cumples con tu vida estrictamente intentando estar en el andén exacto en el minuto que debes, pero como en la realidad, rara vez cumple con precisión tus expectativas.

Y esos “destiempos”, si me permitís llamarlo así y esa inexactitud nos van mermando la moral y poco a poco nos hace sentirnos más viejos.

Soportamos los desplantes de las personas que nos escoltan día a día e intentamos encajar los golpes de la gente que esporádicamente nos acompaña como el tren convive con las pintadas de algunos jovenzuelos rebeldes o de aquellos que arañan cristales, sin olvidarnos de todos los que a diario abandonan los periódicos y demás papeles en los asientos del mismo.

Llega el final de nuestro turno y apagamos las luces hasta el día siguiente deseando tener una noche tranquila y apacible y si es posible, que mañana de nuevo recorramos nuestro camino.

Un nuevo día. Un nuevo reto.

De nuevo intentas estar en el andén indicado en el momento justo, pero una vez más te das cuenta de que hoy tampoco será.

Sin embargo alguien te dice algo y reaccionas. Decides dejar atrás todo y cambiar tu destino, haces que todo el mundo se baje del tren y cambias tu letrerito.

Es una experiencia nueva, distinta. Asique sin más preámbulos decides reanudar la marcha con ilusión por tu nuevo trayecto.

Hoy decides hacer tu primer cruce de vías.

Intrusión a la NO rutina

Cómo explicar con palabras sentimientos que ni siquiera sabes si sientes.

Cómo descubrir dónde está el límite entre sentimientos adversos pero que inevitablemente caminan a la par.

Cómo saber cuál es el momento exacto en el que las palabras sobran o en el que empiezan a ser necesarias.

Un día te levantas, decides disfrutar del mismo, te das una ducha, decides tomar unas cervezas, a lo mejor es el día perfecto para ver la tele o es justo el día para salir de fiesta, sea como sea, intentas vivirlo al máximo como cualquier otro día, pues la vida al fin y al cabo se trata de disfrutar cada momento de una manera diferente.

Pues tranquilamente decides, bajo tu criterio personal, pasar el día haciendo “X”. Sin embargo algo no esperado cambia el rumbo y recrea en tu persona una sensación contrariada la cual te lleva a querer seguir descubriendo esta nueva situación, pero a la vez te hace retroceder por no saber cuál es el final de este nuevo camino.

Al final decides seguir adelante con la inexplorada situación diciéndote a ti mismo que ese es el único camino que ha quedado. Me pregunto si realmente sólo es una forma de excusarnos por si acaso nos equivocamos o es parte del espectáculo que conlleva esa subida de adrenalina que te supone algo diferente.

Sin más preámbulos, decides disfrutar de esta nuevo “día” y como inevitablemente todo hecho lleva su recompensa, aparecen, (como era de esperar) ciertas preguntas a las que no sabes dar respuesta o que quizá no quieres, (eterno dilema por cierto…).

Notas como una sensación nueva o al menos olvidada empieza a surgir por tus dedos y notas como se va incrustando en tu piel. Oyes latir tu corazón y en ese momento aceptas que te estás comportando como si tuvieras 15 años de nuevo.

No sabes realmente lo que sientes, no es posible que este perro viejo vuelva a caer en todo aquello por lo cual te has tirado tantas noches reflexionando sin llegar a conclusiones válidas. ¡Pues sí! Vuelves a no saber lo que sientes o quizá es más lógico pensar que realmente no sabes explicarlo porque dudas que eso que te está cortando por dentro sea real o sea causado por el momento, llamémosle momento “intrusión a la no rutina”.

Definir ese momento intrusión, sería como pedir peras al olmo, puesto que esto es algo universal y aplicable a todo tipo de casos, desde que te haya tocado la lotería hasta cuando te has tomado un par de copas de más y la puñetera farola se ha puesto justo en medio de la calle, a posta, para chocarse inevitablemente contigo. Pero si yo tuviera que explicar lo que es para mí un momento intrusión basándome en la situación ficticia que arriba he creado, lo definiría como esos instantes en los que te gustaría que el mundo no siguiese, en los que te gustaría no tener que acordarte que tus actos tienen consecuencias y tirarte a la piscina con el primer impulso que te venga, sin pensar… sin tener que imaginarte en que pasará si haces o dejas de hacer.

Sería esos segundos en lo que te dices sí pero no, no pero sí. En los que te preguntas cosas cómo:

-¿Es amor, o, es odio?

-¿Puedes sentir pena y a la vez estar alegre?

-¿Sientes que quieres y que no quieres a la vez?

-¿Quieres cerrar los ojos pero a la vez ver todo?

-¿Poder sentirte única pero siendo una persona más?

-¿Tener miedo pero a la vez tener fuerza?

Pero lo más importante a mi parecer en la intrusión a la no rutina es cuando las mil preguntas que te has formulado en apenas milésimas de segundo, a las que obviamente no has dado respuesta tienen que dar paso al acto en cuestión que nos ocupa.

Es ese momento en el que sabes que marcará que tu experiencia haga tu día muy especial o te haga plantearte si no hubiera sido mejor no haber dado pie a que te salieras de la rutina: cómo saber si es necesario una respuesta o las palabras en ese caso sobran…

Para mí, ese es el momento cumbre, pues una vez hayas dado ese paso, ya tiene lugar todas las consecuencias y ya sólo te tienes que preocupar de disfrutar o de pensar porque te metiste en un pozo del cual no podías salir.

Ese punto de inflexión, en el cual te lo juegas a un todo o nada, es la esencia de todo lo expuesto. Sin embargo, quiero dejar este tema abierto y ya sé que no es que quede muy bien puesto que parece que el tema está inacabado, pero es justo de eso de lo que se trata, de que cada uno saque sus propias reflexiones, si acaso da para reflexionar.

Yo con el tiempo, pondré las mías, haber que opináis.

12/3/08

Como la lluvia cuando cae

Estaré ahí cuando me llames a medianoche, cuando las estrellas reflejen todo su esplendor, entonces, yo estaré ahí.

Como la brisa cuando sopla, que no la ves pero la sientes, como esas pequeñas bocanadas de aire que cuando estamos a punto de ahogarnos nos hacen resucitar, como el agua que nos impide llegar a la superficie pero que a su vez nos acerca hasta la orilla... Yo, estaré ahí.

No permitiré que la lluvia emane de tus ojos, ni que cuando llueva los coches te salpiquen. No pienso dejar que las lágrimas llenen el vaso cuando estés triste, aunque para ello tenga que llenarlo grano a grano de arena.

Seré de los que están detrás del escenario, para que no te sientas solo cuando salgas a representar tu función, para que cuando recibas la ovación de tu público sólo tengas que preocuparte de disfrutarlo. Siempre a tu lado, siempre contigo, aunque a veces, no me veas…

Te prometo que aunque no puedo traerte la luna, la recrearé para ti si así me lo pides, sería capaz de escribir con tinta blanca en la pared que estaré ahí, porque aunque no se vea, se siente, como el tacto de una hoja al caer de su árbol cuando llega el otoño, como la hierba que moja nuestros pies cuando el rocío la inunda, como cuando hueles una rosa y piensas que es el mejor momento del día.

Es tan fácil hacernos felices… Y tan difícil cuando lo intentamos… Sé que después de esto, sabes que estoy ahí y que por mucho tiempo que pase siempre nos quedaran los recuerdos, las esperanzas, los hechos, las verdades, las mentiras, los silencios…

Sin embargo, te prometo que por todo esto y por mucho más:

Yo, estaré ahí.

6/3/08

Hoy me he levantado con ganas de comerme el mundo, así que chicos, sólo os puedo decir:

                                             PROHIBIDO 
                                                          PROHIBIR