Porque la vida se levanta cada mañana...

"Esto es algo muy antiguo. Cuando uno no encuentra un nombre exacto para definir las cosas utiliza historias. Así es como funciona. Desde hace siglos. Y todas las historias tienen una música propia"



16/11/10

Las palabras del silencio

(Pon los altavoces, pincha , dale al play y lee mientras disfrutas)

Fuiste la antesala de una obra aún sin estrenar.

Una historia que tantas veces se ha contado detrás del telón que parecía escrita para nosotros.

Nos encontramos en un punto de no inflexión, sin querer, como en las buenas comedias de amor, y así, sin querer tampoco, nos conocimos.

Ojala algún día pueda contar nuestra historia, estoy segura que llenaría salas de teatro si pudiera plasmar en sus rostros la mitad de lo que los nuestros han vivido.

No puedo evitar derramar unas lágrimas siempre que tu imagen aparece en mi cabeza. Antes eran lágrimas de alegría, después fueron lágrimas de añoranza, ahora… son lágrimas de desilusión.

¿Se puede perder algo que nunca has tenido? Quizá la pregunta correcta es si se puede tener algo que siempre te perteneció pero que nunca fue tuyo.

Como en cualquier gran drama, la agonía del querer descubre cualidades humanas que van más allá de la fuerza o del valor, pero que por desgracia siempre acaban en tragedia y ¡voila! Tenemos un gran Shakespeare con su Romeo y Julieta.

Esta historia, como aquella, posee un final cuanto menos angustioso para sus protagonistas. Al igual que ellos, vivieron es sus carnes un amor imposible pero a la vez inevitable, cuyo saldo no fue la muerte, pero si el desamor.

Si lo piensas bien tampoco hay tanta diferencia entre una muerte total y una muerte en vida. Al final, ambas almas vagan por el camino de la irracionalidad.

Tan irracional como esto, sólo quería hacer un homenaje al prólogo de la obra y me encuentro divagando en temas casi existenciales. Como es la mente humana, siempre huyendo de aquello que le atemoriza, sin darse cuenta de que la sombra siempre está detrás de uno por mucho que corra…

Fue el libro de mi vida llevado a escena.

Te conocí, te enamoraste y me marché. Me marché tan lejos de ti que creí que no tendría tiempo en esta vida para volver y aún así, cuanto más lejos estaba, más cerca te tenía.

Renegué de mis sentimientos y de lo que es peor, de los tuyos.

Jugué a mi juego sin darme cuenta de que las reglas eran tuyas y al llegar al final descubrí que no hay ganador sin premio, ni vida si tú no estabas a mi lado.

Y volví, volví lo más rápido que pude.

Y te encontré.

Te encontré en el sitio donde me dijiste que esperarías, donde después de tantos años, tu sonrisa era aún más tierna de la que recordaba.

Sólo es tu foto de chiquillo la que tengo y no me hace falta nada más para saber lo que todo el mundo sabía, eres Tú.

Me conociste, me enamoré y me marché. Corrí despacio, sabiendo que dejaba ese pedacito de vida que jamás me pertenecería. Y cuanto más me alejaba, más triste me sentía.

Te prometí que te daría mi vida, te prometí mi amor y mi juventud, mis ilusiones. Te regalé mis palabras y mis sentimientos mientras mi cuerpo no era mío, ni tuyo y ahora sé que tampoco fue de nadie.

Te lo dije todo de verdad, nunca te engañe, sólo tenía miedo, sólo estaba aterrorizada, porque el amor en el escenario de la vida, es indescriptible.

Un amor que me paralizó, que me hacía alejarme cuanto más cerca estaba. Que me pedía estar contigo pero que no hacía nada por conseguirlo.

Nuestra distancia no fueron los kilómetros, sino ese amor que a la vez que nos unía nos separaba, porque eras Tú, la persona de mi vida, mi sueños, mi Romeo, mi respirar…

Pero como en toda buena obra, llegamos al acto final, donde el desenlace gusta o disgusta dependiendo de nuestras vivencias y nuestros sentimientos.

Fue una pena, tener que llegar al final para aceptar que te amaba y que ya nunca te tendría. Que ya no huyo, que por fin encontré el camino que me llevaba a ti.

Te tengo enfrente, en este escenario que ahora me parece tan grande y tan vacío y se cierra el telón, se acaba la función, sin más preámbulos que representar.

Se apagan las luces y sólo me queda esa fotografía donde éramos felices sin saberlo, donde nuestros caminos se cruzaron para no volver a encontrarte.

Allí donde el silencio dijo sus primeras y últimas palabras, allí te esperaré.






No hay comentarios: